viernes, 22 de mayo de 2015

¡Me han dado un premio! (3)

¡Ey, qué guay! ¡Me han dado un premio!

¡Otra vez el Liebster Award!


Al principio me temía que iba a tener que rechazarlo porque ya me lo había dado Birgitte en otra ocasión, pero he vuelto a leer las normas y parece que se puede recibir hasta once veces. ¡Menos mal!

Esta vez ha sido queriendosermamá, de https://diariodelabusquedadeunpositivo.wordpress.com/ la que me ha nominado y yo le estoy superagradecida. Recibir este tipo de premios motiva, y mucho, a seguir escribiendo. ¡Gracias, gracias, gracias!

Vamos allá con mis respuestas a sus preguntas…

1. Defínete brevemente.
Dicen que tengo mucho carácter y mucha personalidad pero en muchas situaciones soy muy insegura. Algunas cosas se me dan muy bien pero para muchísimas otras soy un desastre. Tengo un fuerte sentido de la justicia así como del respeto por la naturaleza y el prójimo y me gusta inculcárselo a los demás.

2. ¿Por qué has creado un blog?
Necesitaba una válvula de escape para tanta rabia y frustración por no poder ser madre.

3. ¿A qué se debe el nombre de tu blog?
Está bastante claro, que la cigüeña no da conmigo y no consigo tener un hijo.

4. ¿Conocen tu blog en tu entorno?
Sólo cuatro personas que me conocen saben que tengo un blog, una de ellas es mi marido, las otras tres no son de mi familia.

5. Destino ideal de vacaciones.
Cualquiera con sol, playas limpias, buena comida y muchas personas para charlar.

6. Comida favorita.
¡Uf, difícil decidirse por una! Me encanta el Flammkuchen y la pizza de jamón y champiñones, los calabacines rellenos de carne picada, la pasta carbonara y boloñesa, el arroz (con pollo) al curry, la parrillada de verduras, los smoothies hechos en casa, el chocolate negro, el helado de mango y… ¡un largo etcétera!

7. ¿Cuál sería tu plan de un día perfecto?
Me encanta hacer excursiones por la sierra o por el bosque, si es con mis sobrinos aún más, pero también, como he dicho, me encanta pasear por la playa. También visitar una ciudad antigua con muchas cosas que ver. Lo que tengo claro es que mi día perfecto no es ni lunes ni domingo (por el mal sabor de boca que tengo al saber que al día siguiente es lunes).

8. ¿De qué país/provincia eres?
Para preservar mi anonimato sólo puedo decir, como ya sabéis, que soy de España y vivo en Alemania.

9. Algo que detestes.
No soporto ver cuánta basura (sobre todo plásticos) generamos los humanos. ¿Por qué la mayoría de las cosas que compramos vienen empaquetadas más de lo necesario en tanto plástico?

10. Si pudieras cambiar de profesión, ¿qué serias?
¡Esta pregunta también es difícil! Me encantaría ser fisioterapeuta, profesora de yoga o de educación física, guía turístico, tener un hotel, ser escritora o traductora… ¡y un sinfín de cosas más!

11. Tu deseo
Ser feliz y, para poder serlo, ser madre. Que no me deje nunca mi marido, que no me echen del trabajo, que no muera ningún ser querido… ¡y otra vez un largo etcétera!

Bueno, vamos ahora con mis once preguntas. Como la otra vez ya hice preguntas más personales y relacionadas con la infertilidad, esta vez me concentro en la temática bloguera. Ahí van:

1. ¿Por qué empezaste a escribir tu blog?

2. ¿De dónde sacas las ideas para tus entradas?

3. ¿Saben tus familiares y/o amigos que escribes un blog?

4. ¿Conoces en persona al autor o a la autora de algún blog que lees?

5. ¿Has soñado alguna vez con tener cientos de lectores en tu blog?

6. ¿Te gustaría que una editorial te pidiera que escribieras un libro sobre el tema de tu blog?

7. ¿Cambiarías de temática para conseguir más lectores?

8. ¿Cómo te afectan los comentarios negativos en tu blog?

9. ¿Moderas los comentarios o dejas que se publiquen automáticamente?

10. ¿Has escrito alguna vez una entrada después de haber leído algo sobre el mismo tema en otro blog?

11. ¿Qué te gustaría saber sobre la persona que te ha nominado?

Y ahora vamos con mis nominaciones… Ésta siempre es la parte más difícil porque entre que no leo blogs habitualmente y que los que leo ya los nominé la primera vez que me dieron el premio… Menos mal que todo lo que leo y me gusta suelo guardarlo en favoritos y rebuscando un poco he dado con 11 blogs que se merecen (¡claro qué sí!) esta nominación.

Aquí están. Mis nominados son:


¡Enhorabuena a todas!

viernes, 15 de mayo de 2015

Cuando sea mayor...

¿Cuántas veces habremos dicho esta frase cuando éramos niñas? “Cuando sea mayor, voy a ser profesora”. “Cuando sea mayor, voy a tener un marido muy guapo y tres hijos”. “Cuando sea mayor, voy a tener un trabajo genial y voy a ganar una pasta”. “Cuando sea mayor, voy a vivir en un piso muy grande en la mejor zona de la ciudad”.

Pues bien, ya soy mayor. Y ahora, en vez de “cuando sea mayor…”, la frase típica es “cuando tenga hijos…”.

Hace unos años, cuando empecé mi relación con mi ahora marido, me encantaba soñar con el futuro. Hablábamos a menudo sobre cómo sería nuestra vida en unos años, sobre dónde nos gustaría vivir, sobre cuántos hijos tendríamos, sus nombres, su color de ojos o de pelo, sobre la educación que les daríamos o sobre todas las cosas bonitas que haríamos con ellos.

Me encantaba ir por la calle, ver a algún niño e imaginarme que mis hijos serían más o menos guapos que él, si llevarían ropa más clásica o más moderna, que serían más o menos β.

Cuando escuchaba en algún sitio un nombre que me gustaba, le preguntaba a mi marido si podría imaginarse ese nombre para nuestros hijos.

Cuando veía una bici con remolque para niños, me preguntaba si yo llevaría el remolque detrás o si preferiría gastar más dinero en una bici con el remolque integrado delante.

Cuando me cruzaba con algún carrito de bebé, me fijaba en la marca y en los accesorios y decidía si mi bebé tendría un carrito así o si al final nos decidiríamos por otro.

Y así con todo:

¿nombre compuesto o sólo un nombre?

¿pasaporte español, alemán o ambos?

¿lactancia a demanda o programada?

¿colecho o cada uno en su habitación?

¿le dejaré hablar alemán conmigo o sólo español?  

¿religión o ética?

Y un sinfín de cosas más.

Pero ya han pasado años de eso. Y ya son demasiados años repitiendo la maldita frase: “Cuando tenga hijos…” Y con el paso de los años, la esperanza de poder cumplir mi sueño de ser madre es cada vez menor.

De poco me sirve seguir soñando, seguir tomando decisiones sobre lo que haría con ellos, si ellos no quieren llegar.

Sin embargo, parece que la frase se me ha enquistado por dentro y, aunque sé que lo único que consigo al pronunciarla es hacerme daño, todavía son muchísimas las ocasiones en las que se me escapa.

A veces incluso el dolor es mayor porque a veces la frase ya no va sola sino que va acompañada de algo más doloroso aún: “Cuando tengamos hijos… bueno, si los tenemos, porque a este paso…”

Así que ahora ésta es una de las cosas que me he propuesto para las próximas semanas: eliminar esta frase de mi vocabulario. Y, poco a poco, lo voy consiguiendo porque, últimamente, cuando tenemos ganas de hablar de nuestro futuro, nuestras conversaciones casi terminan antes de empezar:

- ¿Cariño?
- ¿Sííííííííííííí?
- ¿Cuando tengamos…?
- ¿Cuando tengamos qué?
- No, nada, déjalo.
- Como quieras.

Esto ya es un gran avance. Estoy segura de que en un par de semana lo habré conseguido.

A ver…

viernes, 8 de mayo de 2015

Speicheltest

Cómo odio a Murphy. ¡Otra vez me la ha jugado!

El viernes pasado tenía que hacerme el Speicheltest que la Naturheilpraktikerin había pedido al laboratorio. Le “prometieron” que el paquete con todo lo necesario llegaría a tiempo el jueves (el viernes era festivo) para que me diera tiempo a hacerlo el día 20 del ciclo, o sea, el viernes. Pero no, no llegó. Casualidades de la vida, justo el jueves la Post se puso de huelga y miles de cartas se quedaron en el camino. Mi paquete también.

Pero yo no me rendí.

Pensé que si el análisis se podía mandar por correo ordinario sería porque la prueba de saliva que se envía duraba varios días, así que aunque el paquete no llegó a tiempo, yo seguí adelante con el plan de hacerme el análisis este ciclo.

El viernes me levanté sobre las 7 y busqué un bote de mermelada de los muchos que guardo en un armario, lo puse a cocer unos 15 minutos para esterilizarlo y, cuando ya estaba listo, empecé con el proceso que, por suerte, me había ya explicado la Naturheilpraktikerin.

8:00, 8:20, 8:40, 9:00, 9:20… Cinco veces en total tuve que echar un poco de saliva en el bote. Cuando terminé, cerré el bote y lo metí en la nevera con la esperanza de que cuando llegara el correo pudiera pasar la prueba de saliva al tubito que me darían y mandarlo lo más rápido.

Cuando por fin el sábado llegó el paquete, leí las instrucciones y, efectivamente, las pruebas de saliva, según ellos, duran hasta dos semanas fuera de la nevera, mucho más en ella. Además, ofrecen no sólo la posibilidad de echar la saliva directamente en el tubo, sino también hacerlo primero en un vaso y después pasarlo al tubo así que… ¡espero que funcione!

Junto con el tubo, me enviaron un formulario para rellenar no sólo con mis datos personales niño también con todos los medicamentos, vitaminas y/u hormonas que tomo así como con los síntomas que me preocupan y para los que deseo una explicación “médica”.

Cuando terminé de completarlo, parecía una quiniela. Lo doblé, lo introduje en el sobre y lo llevé a la Post para enviarlo por correo certificado.

¡Ahora sólo espero que me toque el pleno al 15!

viernes, 1 de mayo de 2015

Hormonas bioidénticas (I)

El martes tuve mi primera cita con la Naturheilpraktikerin especializada en hormonas bioidénticas.

Ante todo debo decir que no me decepcionó en absoluto, aunque está claro que tampoco me gustó todo lo que me dijo.

Tenía la cita a las tres de la tarde y aunque me costó un poco encontrar la consulta (se encuentra en el patio trasero de un edificio), llegué con un par de minutos de antelación. Me recibió con una simpatía casi inusual en este país y lo primero que me llamó la atención (además de lo mal que tenía la piel de la cara, la pobre) fue lo bonita y acogedora que tenía la consulta. Me sentí muy bien en todo momento.

Lo primero que hizo fue cogerme los datos personales y preguntarme qué me había llevado hasta ella. Esta vez no había practicado en casa lo que le iba a contar, así que improvisé… y me salió bien. Esta vez no me quedé en blanco, como con la endocrina, las palabras fluyeron y fluyeron y no dejaron de hacerlo hasta una hora después. ¡Una hora! Supongo que la chica me había caído bien y que me sentía segura con ella, de ahí que no tuviera ningún problema para expresarme con normalidad.

Le hablé de todo: del embarazo que no llega, de la libido que no vuelve, del sistema inmunológico que no mejora y de los médicos que hasta ahora no se han interesado por mi situación.

Y ella me recomendó un plan de acción. Lo primero de todo, hacer un análisis de mi saliva (Speicheltest) para ver si tengo algún desequilibrio hormonal. Este análisis no lo hace ella en su consulta sino que se pide a un laboratorio (también disponible en internet) que te manda todo lo necesario directamente a casa y al que le tienes que enviar las pruebas de saliva por correo.

Para ello te dan un botecito en el que, recién levantada y en ayunas, tienes que escupir cinco veces, dejando pasar veinte minutos entre cada vez. Después de esas cinco veces, cierras el bote, rellenas un formulario con tus datos, tus síntomas, las hormonas que quieres que analicen y, como ya he dicho, lo envías todo por correo en un sobre que te dan. Los resultados de los análisis te llegan por correo ordinario o electrónico, según prefieras, en un plazo de diez días y no son nada baratos.

Según los síntomas que tengas, hay diferentes paquetes de Speicheltests. Se puede elegir el análisis de una sola hormona o de varias, así como un paquete según los síntomas que se tengan, por ejemplo, estrés, ciclos menstruales irregulares, sistema inmunológico… y dependiendo del número de hormonas que quieras que te analicen cuesta más o menos. Si no recuerdo mal, cada hormona cuesta alrededor de 25 euros y algunos de los paquetes llegan a costar unos 225.

Yo he elegido el paquete “Kinderwunsch” y la DHEA a parte. Para ello tengo que entregar dos pruebas de saliva, una en el día 10 del ciclo y otra en el día 21. En el primer análisis se analizarán las hormonas estradiol, testosterona, y estriol, y en el segundo la progesterona y estradiol. Por eso, mi paquete es uno de los más caros y pagaré por el “Kinderwunsch” unos 150 euros y lo que cueste la DHEA extra. Pero la verdad, ¿qué son casi 200 euros después de tres años sin que me den un diagnóstico?

Cuando me hayan enviado los resultados de los dos análisis (eso será a finales de mayo), tendré que llevárselos a la Naturheilpraktikerin para que me recomiende un tratamiento. Ya me ha dicho que ella suele trabajar con hormonas bioidénticas en crema y cuando le he dicho que no estaba segura de querer seguir el tratamiento porque tengo “prisa” por “curarme”, me ha dicho que estos tratamientos suelen incluso actuar más rápido que los de la industria farmacéutica porque, al ser crema, el principio activo llega en menos de 15 minutos a la sangre y porque, al ser hormonas naturales, el cuerpo las reconoce como propias y no las rechaza ni sufre efectos secundarios no deseados.

A pesar de que me gustara lo que me contó y de que por un momento me hiciera creer que me curaría rápido (en dos o tres meses) con su tratamiento, le repetí que para mí lo más importante en este momento era recibir un diagnóstico y no tanto un tratamiento porque aún no estábamos seguros mi marido y yo de querer cancelar la FIV que tenemos pensado hacer en los próximos meses.

Eso no le gustó ni un pelo y a mí tampoco me gustó lo que me dijo sobre este tema.

Entiendo que ella sea Naturheilpraktkerin y que prefiera los tratamientos naturales a los artificiales. También entiendo que no pueda comprender qué hago en su consulta si el mes que viene o el siguiente me voy a volver a someter a una FIV, pero lo que me dijo a continuación… ¡me pareció una gilipollez como la copa de un pino!

Según ella, agarraos, las mujeres sólo deberíamos quedarnos embarazadas de manera natural (incluyendo esta manera natural sus métodos alternativos naturales) porque las mujeres que tienen hijos con tratamientos de fecundación artificial (FIV, ICSI, IA, hormonas sintéticas…) se sienten totalmente superadas y estresadas cuando el bebé nace. Según ella, la maternidad, la lactancia y todo lo que conlleva el nacimiento de un bebé sólo es placentero para las madres que se han quedado embarazadas de manera natural. También dijo que los bebés fecundados artificialmente solían padecer más enfermedades autoinmunes o cáncer.

Lo segundo puede ser, según algunas estadísticas, pero… ¿¿¿que las mujeres que se han quedado embarazadas de manera natural no se sienten superadas por la situación??? ¿¿¿que sólo ellas son capaces de ser felices con sus bebés??? ¡Vamos, no me jodas! ¡Eso no se lo cree ni ella!

Además, según ella, es injusto que una mujer obligue a su cuerpo a quedarse embarazado aunque éste está demostrando que no quiere hacerlo. Según ella, es egoísta tener un bebé porque es la madre la que lo desea, sin escuchar los deseos de ese bebé que prefiere esperar para llegar. Así, es injusto obligar a un bebé a nacer que no quiere “ser nacido”.

Otra cosa en lo que no estoy para nada de acuerdo con ella (y con muchas de su “especie”), es en el tema de las vacunas. Cuando, al principio de nuestra conversación, hablamos de mi sistema inmunológico y de mi necesidad de tomar zinc para no caer enferma a menudo, me preguntó si había sido vacunada en los últimos diez años. Cuando le dije qué sí, que me había vacunado contra el virus de la garrapata y que me habían puesto la triple vírica, me dijo que vacunarse era incluso más peligroso que tomar la píldora porque en las vacunas las farmacéuticas incluían metales pesados muy dañinos para los seres vivos. Puede que sea verdad que aquí ponen a los adultos más vacunas de las necesarias (supongo que los médicos van también en este tema a comisión) y puede que en las vacunas haya metales pesados, pero la verdad es que no creo de ninguna manera que la solución sea dejar de vacunar a la población. De hecho, sé que en Alemania (y en otros países de la UE) están reapareciendo enfermedades que estaban ya más que erradicadas porque muchos padres han decidido no vacunar a sus hijos por miedo a esta contaminación por metales pesados de las que tanto hablan los biotalibanes que pululan por este país.

Sabía que acabaríamos teniendo una charla sobre estos dos temas (FIV y vacunas) porque, como digo, son los temas típicos (y tópicos) de los Naturheilpraktiker y, como ya iba preparada, no me pilló por sorpresa ni me sentí ofendida. Parece dispuesta a ayudarme, más incluso que la mayoría de los médicos por los que he pasado ya en este país, así que en ese sentido no puedo echarle nada en cara ni tengo ningún motivo para no volver a su consulta.

Volveré y escucharé lo que tenga que decirme. Y según lo que me diga decidiré si me dejo tratar con sus hormonas bioidénticas o si vuelvo al KiWuZe para someterme a la FIV.