Como ya
os he contado, un día me di cuenta de que había cambiado. Pasé de ser una
persona alegre y, se puede decir, fiestera, a ser la persona más aburrida del
mundo. Para mí, lo más importante antes de tomar anticonceptivos era el amor
(con o sin sexo), la amistad, la música… Me encantaba quedar con amigos,
conocer gente, coquetear con chicos, besarme con ellos, hablar por teléfono
horas y horas con mis amigas, poner la música a toda leche y cantar y bailar, ir
a conciertos, al cine, de tiendas… pero ahora me da pereza todo, me cuesta
coger el teléfono y llamar a mis mejores amigos (aunque pienso mucho en ellos),
ya casi no escucho música (a veces incluso me molesta), ya no recuerdo la
última vez que cogí la letra de alguna canción y me puse a cantar y a bailar
como una loca, las compras las hago por internet y del sexo mejor ni hablemos.
Y fue
por eso por lo que un día, en enero de 2012, medio año después de haber dejado
los anticonceptivos (el Nuvaring, para ser exactos), me planté en la consulta
de la Doctora O. y le hablé de mis problemas: que si mi libido no volvía, que
si seguía apática y cansada todo el día… Y ella me respondió: “¿Está segura de
que aún le gusta su marido? Yo creo que usted tiene un problema psicológico
porque esto no puede ser por los anticonceptivos […] Si quiere le doy un
volante para el psicólogo”.
Esa
respuesta me cayó como un jarro de agua fría. ¡Debí de poner una cara…! Noté
que me hervía la sangre, que me daban ganas de coger a la buena mujer y decirle
que era ella la que tenía un problema psicológico. Lo peor es que hacía poco
había leído un artículo sobre el efecto de la píldora en la libido y sabía que
yo no tenía ningún problema psicológico sino que sufría las consecuencias de
haberla tomado. Por eso, mientras la escuchaba
no podía dejar de pensar en el complot que tienen montado las
farmacéuticas con los ginecólogos de este país para sacarle el dinero a miles
(o millones) de mujeres sin importarles que éstas sufran dolencias por su culpa
o que, en casos más graves, algunas incluso mueran. El artículo se llama “Beeinflusst die Pille die Lust auf Sex?” y podéis leerlo (en alemán, claro) aquí.
Lo de
las muertes provocadas por la píldora lo vi en un reportaje de la cadena de
televisión francesa ARTE. Podéis verlo (también en alemán) en su videoteca
pinchando en este link.
En uno
de los miles de foros que he leído en los últimos meses encontré la explicación
de por qué los ginecólogos niegan rotundamente que la píldora u otros
anticonceptivos hormonales tengan efectos secundarios graves sobre la salud de
las mujeres que los usan. Decía que cada vez que vas a la consulta del
ginecólogo, ya sea para una revisión o para que te dé la receta del
anticonceptivo, la Krankenkasse le tiene que pagar. Si las mujeres no usamos
anticonceptivos, sólo vamos a la consulta una vez al año, ya que es una vez al
año cuando tenemos que hacernos la prueba del cáncer de útero. En caso de que
estemos tomado anticonceptivos, nos pasamos por allí mínimo dos veces al año (si
tenemos una receta para seis meses) y hasta cuatro veces (si nos dan receta para
tres meses). Por este motivo, los ginecólogos están encantados de tener
pacientes que toman anticonceptivos: cuantas más mujeres los tomen, más a
menudo tendrán que ir éstas a sus consultas y más recibirán ellos de la
Krankenkasse. Tiene su lógica, ¿no? Leer esta explicación es lo que me hizo
perder toda la confianza que tenía puesta en mi ginecóloga y es lo que me quitó
las ganas de volver a verla.
Para la
búsqueda de una nueva ginecóloga utilicé www.jameda.de,
una web que facilita la búsqueda de médicos según su especialidad, la localidad
en la que se encuentra su consulta y, lo más interesante, la nota que les han
puesto sus pacientes. Los criterios de estas valoraciones son, por ejemplo, el
tiempo de espera desde que se llama para pedir cita hasta que te la dan, el
tiempo de espera en la consulta, el trato del paciente por parte del médico, el
nivel de confianza que inspira éste, en qué estado se encuentra la consulta
(limpieza, mobiliario, etc.) y un montón de cosas más. Yo utilizo esta web a
menudo, o mejor dicho, cada vez que tengo que ir a un especialista nuevo, y fue
aquí donde encontré a mi nueva ginecóloga, pero sobre ella ya os hablaré en
otro momento.
También
con esta web encontré a mi nueva médica de cabecera, a la que busqué como una
loca después de tener con mi anterior médica una experiencia similar a la que
os he contado sobre la Doctora O.
Resulta
que a finales de 2012 tuve (de nuevo) una época en la que me sentía muy débil y
al contárselo, mi médica de cabecera decidió hacerme análisis de sangre. El
hierro estaba perfectamente, casi todo lo demás, también. Lo único que le llamó
la atención fue que había un valor (¿se dice “Wert” en español “valor”?) del
hígado un poco más alto, la transaminasa hepática GOT. No se le ocurrió otra
cosa que decirme, sin pensar en suavizarlo un poco para no darme un susto de
muerte, que lo más seguro era que fuera hepatitis, y que había que llamar al
laboratorio para que lo confirmaran con la sangre, mi sangre, que todavía se
encontraba en su poder. Me fui a casa, como he dicho, con un susto de muerte, y
tuve tan sólo que esperar unas horas (¿o unos días? no recuerdo) hasta que me
llamó y me dijo: “Pues no, el test de hepatitis ha dado negativo, así que ahora
sólo queda confirmar que no sea SIDA”. Wie bitte?????? Spinnen Sie????? Volvió
a llamar al laboratorio y poco después me confirmaron que tampoco era
seropositiva. Fue un alivio, claro, saber que no tenía ninguna enfermedad grave
pero fue también un episodio tan surrealista que me dije: “A esta gilipollas no
vuelves”. Ya antes había tenido con ella historias que me habían demostrado que
esa mujer no servía más que para dar recetas a los ancianos o para firmar una
baja por gripe o resfriado porque siempre que iba a su consulta con algo que no
fuera resfriado, me soltaba un “das ist nicht mein Bereich, gehen Sie doch zum X”. Me harté.
En
diciembre de ese mismo año 2012, encontré mi nuevo médico de cabecera, que por
casualidad volvió a tratarse de una mujer, y le hablé del valor GOT que me
había salido alto. Su primera pregunta, muy acertada, por cierto, fue: “¿Toma
usted la píldora?” “Pues mire usted, no, ya no la tomo, pero sí la tomé durante
tres años hasta que cambié al anillo vaginal, método anticonceptivo también hormonal,
que dejé en julio”. “Pues no se preocupe porque es algo normal que ese valor
suba cuando se toman anticonceptivos hormonales”. De hepatitis y SIDA war nie die Rede, me hizo nuevos análisis de todo y casi todo salió perfecto. Lo único
que salió un poco bajo fue la vitamina D, cosa que no me extraña porque… ¡vaya
invierno de mierda hizo ese año! ¡Desde septiembre hasta mayo se puso una nube
negra encima de Alemania y no dejó pasar ni un rayo de sol! Empecé a tomar la
vitamina D y, poco a poco, me empecé a sentir mejor, aunque, de alguna manera,
todavía no soy la que deseo volver a ser. ¿Volveré a serlo algún día? Sólo el
tiempo lo dirá.
Hola Cigüeña Blanca! Acabo de quedarme alucinada al leer este post.
ResponderEliminarAdemás de la infertilidad, llevo sufriendo problemas de falta de líbido desde hace casi 6 años, y la verdad, nunca se me había ocurrido que pudiera deberse a las pastillas anticonceptivas que estuve tomando durante 7 años. Madre mía, qué desinformadísimas que nos tienen.
Voy a seguir leyendo los siguientes posts.
Saludos!
paulaorti@hotmail.com
¡Hola, Paula!
EliminarSiento que también tengamos en común esto de la libido. Yo ya estoy totalmente desesperada y no sé que hacer para que termine esta pesadilla. Yo sé que no es psicológico, sino hormonal, y me da igual cuántas veces tenga que cambiar de médico, no voy a parar hasta que den con una solución.
Algo que olvidé contar en la entrada sobre Gonal F. es que cuando me subieron la dosis a 50 estuve tres días bastante salida y ya pensaba que iba a ponerme bien pronto, pero después de 3 días parece que mi cuerpo volvió a acostumbrarse a la nueva dosis y de nuevo... ¡adiós, libido! Para mí esa es la prueba de que las hormonas no están bien y que con un tratamiento hormonal todo podría volver a la normalidad.
¿Hace cuánto que dejaste tú la píldora?
Un abrazo
Me estoy quedando "flipada" al leer tu comentario. Te sale las transaminasas altas y lo primero que te hacen es una prueba de hepatitis y otra de sida, qué fuerte! Puedo imaginar como te asustarías. Lamentablemente yo también las tengo, en mi caso han sido muchos más años tomando la píldora, a los 14 y tuve que empezar para regularme la regla (por prescripción médida) y luego la he usado muchos años como anticonceptivo, lo que ha supuesto que también tenga alto colesteros y triglicéridos. Ahora lo tengo bastante controlado, pero porque ya llevo unos años sin tomar la píldora y cuidando la alimentación. Podría enumerar otros desórdenes, nunca pensé que todo fuese debido a la píldora, pero ahora que te leo y por artículos que he leído. En fin, espero que hayas tenido suerte o que la tengas, como he empezado a leerte desde el principio desconozco si ya llegó tu final feliz. Ánimo en cualquiera de los casos.
ResponderEliminarHola, Esther:
EliminarSiento que compartas tantos síntomas conmigo pero me alegro de que te lo hayan mirado y lo tengas más o menos controlado, al menos en lo que a trasaminasas, triglicéridos y colesterol se refiere.
Yo ya no es que me asustara que me hicieran pruebas del SIDA y de hepatitis, casi me da más miedo pensar lo mal que funciona aquí el sistema sanitario. Cuidado, esto es sólo mi opinión.
Perdona que sea tan curiosa pero... ¿Qué otros desórdenes tienes o tuviste debido, en tu opinión, a la píldora? Dicen que "mal de muchos, consuelo de tontos", así que yo debo de ser tonta porque me ayuda mucho saber que no soy la única a la que le pasa esto. Por favor, si tienes un momento y no te importa, compártelo con nosotras.
Mi final feliz no ha llegado todavía. Estoy en mi segundo tratamiento con Gonal F., Ovitrelle y Duphaston (progesterona) y relaciones programadas. A ver si funciona.
¡Mucha suerte para ti también!
Un abrazo y gracias por comentar.