No sé cuántas veces habré ido ya este mes al KiWuZe. Que si
Erstgespräch, que si (varios) análisis de sangre, que si ecografía aquí, que si
ecografía allá… La cosa es que, como ya sabéis, el KiWuZe me pilla bastante mal
y tardo casi una hora de tren en llegar, así que lo de ir, como ahora, tres
veces a la semana, para mí es un auténtico engorro. Además es que por una serie
de circunstancias siempre, siempre, siempre, vuelvo a casa estresada, enfadada,
desilusionada… Cada vez que me toca ir, es como si todo se repitiera como en un
videojuego o en una pesadilla y yo ya empiezo a sentirme como Bill Murray en
“El día de la marmota”. Os cuento.
Todos los días antes de salir de casa, relajada, compruebo que
todas las ventanas están cerradas y que la cocina está apagada. Con la
tontería, me doy cuenta de que ya no voy con tanto tiempo de sobra como pensaba
al principio por lo que tengo que acelerar el paso para no perder el tren. Por
suerte, cuando todavía me queda un poco para llegar a la estación, veo que se
acerca un tranvía y que si corro un poquito me da tiempo a cogerlo por lo que
llegaré la estación 5 minutos antes que
a pie. Corro, cojo el tranvía, llego a la estación. ¡Tengo que comprar el
billete! ¡Scheiβe,
en el Automat de la estación no es posible! Y… ¡Scheiβe, no llevo dinero suelto! ¿Cogerá billetes el
Automat que hay dentro del tren o sólo monedas? Hmmm, si me compro un bocadillo
en la panadería (de la estación) podré pagarlo con un billete de 10€ y podré
comprar el billete con el cambio que me den. “¿De qué quiere el bocadillo, de jamón
o de queso?” “Pues normalmente de jamón pero esta vez lo quiero de queso”. “¿Gouda
o Mozzarella?” “¡Gouda, por supuesto! La Mozzarella mejor en ensalada”. Por fin
subo al tren. Estaba claro que el Automat estaba en la otra punta, ¿no? Me abro
camino entre la gente y por fin llego al Automat, ¡joder, qué lento es! Por fin
tengo mi billete y puedo buscar un sitio. Mejor un sitio donde no haya nadie
justo enfrente de mí porque paso de que me observen mientras me como el
bocadillo. ¿Babearé? ¿Me llenaré de migas que no sabré después dónde tirar? El
tren está lleno de gente, así que al final tengo que conformarme con un sitio
en el pasillo donde todos pueden observarme. Me como el bocadillo intentando
que no se me salga la lechuga de la boca, saco el Kindle y me pongo a leer.
Casi una hora después llego al KiWuZe, falta alrededor de
media hora para que pueda entrar a ver a la Doctora T. Si hubiera cogido el
siguiente tren a lo mejor habría llegado con unos minutos de retraso, lo que
habría dado igual porque la Doctora T. nunca es puntual, pero de todas formas
yo siempre prefiero llegar con el tren anterior aunque luego me toque esperar
un montón.
La vuelta es siempre mucho peor. Siempre que salgo del KiWuZe faltan exactamente 11 minutos para que salga el tren a mi ciudad. Andando
rápido, la estación está a unos 12 minutos, así que siempre me toca preguntarme:
¿corro y cojo el primer tren o voy despacio y tengo que esperar casi 30 minutos
a que salga el siguiente? Pues siempre, hasta ahora, he decidido correr. ¿Y
cuántas veces he cogido el tren? ¡Ninguna!
No os lo vais a creer pero todas las veces que he corrido he
llegado al andén justo cuando se cerraban las puertas. En España estoy segura
de que alguien habría sujetado la puerta para que no se me cerrara en las
narices pero en este país son pocos los que mueven un dedo por los demás, así
que todas las veces he perdido el tren por décimas de segundo. Habría sido
suficiente con que alguno de los que estaban dentro del tren, al lado de la
puerta, hubiera puesto la mano en el sensor, pero no, es mejor quedarse con
cara de besugo mirando cómo yo corro, no, mejor dicho, cómo yo vuelo escaleras
abajo. La última vez, para más inri, pasó algo también muy típico en este país
y que no puedo soportar. Al cerrárseme las puertas del tren otra vez en las
narices me dio un ataque de risa y se escapó de mi boca un “¡Scheiβe, es la tercera vez
esta semana que pierdo el tren!”. ¿Os imagináis cómo reaccionaron las dos
chicas que había a mi lado en el andén? Pues primero me miraron desconcertadas
y después, como si oyeran llover. ¡Nada! ¡Ni una sonrisa! ¡Ni un “pues qué mala
suerte”! ¡Ni un “¿y a mí que me importa?” ¡Nada! ¡Panda siesos los alemanes, de
verdad! ¿De verdad es éste el país en el que quiero que crezcan mis hijos?
Por eso es por lo que todas las veces que he ido al KiWuZe este mes he llegado de tan mal humor a casa. Después de varias horas
corroyéndome el mal humor y teniendo casi pesadillas con la próxima vez que tuviera
que volver a vivir la misma experiencia es por lo que decidí que esto no podía
continuar así. ¡Tengo que tomarme las cosas con más calma! Así que ayer decidí
hacer las cosas de diferente manera y disfrutar de la vida. ¿No era también así
en “El día de la marmota” que Bill Murray tiene que cambiar algo de lo que hace cada día para que este
día deje de repetirse? Pues eso mismo he hecho yo hoy.
A pesar de haber comprobado, como siempre, ventanas y cocina
antes de salir de casa, he salido hoy con tiempo suficiente y sin prisa. Al
pasar por la parada de tranvías he visto, como cada día, que venía uno y lo he
cogido para ir más holgada de tiempo. En la estación me he comprado de nuevo un
bocadillo, pero esta vez no para que me dieran el cambio sino porque tenía
hambre de verdad. He llegado al tren tan pronto que todavía no estaba lleno y
he comprado el billete en el Automat sin tener que hacer cola o abrirme camino
entre la gente. Antes de entrar al KiWuZe me he ido a una panadería y me he
tomado un café sin prisas.
Me ha costado un montón cambiar esta rutina e ir sin prisas
a todas partes pero ha merecido la pena. ¿Qué cual ha sido mi premio? Pues como
el de Bill Murray: ¡que el día de la marmota no se vuelva a repetir!
Y es que al llegar al KiWuZe todo ha sido diferente. He
tenido que esperar menos de lo normal para el Ultraschall con la Doctora T.,
cuando he salido de la consulta no faltaban 11 minutos para que saliera mi tren
sino 7 por lo que correr a la estación no merecía la pena, en la estación no
sólo he tenido tiempo para comprar el billete del tren en un Automat de la
estación para el que no había cola sino que también me ha dado tiempo para
echarle un vistazo a la librería y en el tren he encontrado el mejor sitio que
se pueda encontrar en un tren, uno lo suficientemente tranquilo como para sacar
el portátil y escribir esta entrada de mi blog.
Ah, pero el mejor premio de todos es… ¡que mis folículos
están suficientemente desarrollados y que no tengo que volver al KiWuZe hasta
dentro de dos semanas!
¡¡¡Esperemos tener el positivo ya este ciclo y no tener que
volver al KiWuZe nuuuuunca más!!!
Al hospital que voy también está un poco lejos, entre 50 mi y una hora, pero tengo que coger metro, hacer transbordo y luego bus ... Así qué cuando se alinean los planetas llegó bien pero cuando se da mal... Es un coñazo. Además en mi hospital no sólo te hacen ecos, a veces solo tengo que ir a análisis de sangre, cada dos días... Un coñazo! Pero bueno, para mi ya eso es lo de menos... Lo peor cuando sé que la beta es negativa y tengo que ir hasta allá para sacarme sangre y que me digan al medio día el resultado, ese día si lo odio...
ResponderEliminarMe alegró que los folie estén estupendamente y que no tengas que volver! Esperemos que por mucho tiempo!
Un beso!
¡Hola, Merimeri!
EliminarSí, en mi caso es igual, para todo he tenido que ir a esta clínica: análisis, ecos, recetas... de ahí que el último mes haya tenido que ir tan a menudo (la última vez incluso tres veces en una semana). En la clínica me dijeron que podría hacerme los análisis en la consulta de mi ginecóloga, pero ésta se negó en rotundo en hacérmelos. La de horas que me habría ahorrado si hubiera sido posible. Lo único bueo, como os digo en esta entrada, es que la mayoría de lo que he escrito hasta ahora para el blog lo he escrito en el tren a/de la clínica.
A ver si hay suerte y pronto puedo tachar el "no" del título de mi blog.
¡Un abrazo!
Jejeje, me ha encantado la entrada! Yo también espero que no tengas que ir en mucho tiempo otra vez. ¿Vuelves en dos semanas? ¿Eso es que ya te pinchas Ovitrelle (o algún otro compuesto con BHCG, que no sé cómo se llamará en Alemania)? Por lo que entiendo entonces son relaciones programadas, muchísima suerte!!! Un abrazo, dentro de nada ya tachando los días para saber el resultado. ¿Harás test en orina o directa a beta en sangre? Nos vemos por aquí!
ResponderEliminar¡Hola, Adrastea!
EliminarMe alegro de que te haya gustado esta entrada. Un poco de humor no le viene mal a nadie.
Sí, en la última eco me dijeron que en pocos días estaba lista y podía inyectarme en Ovitrelle (aquí se llama igual), cosa que hice el sábado. Como esta inyección provoca la ovulación entre 24 y 36 horas después (según me han dicho), estamos estos días haciendo deberes. A ver si funciona.... Si cuando deje la progesterona que me han recetado sigue sin bajarme la regla, me haré el test en casa y sólo si da positivo me harán en la clínica la beta. Ya os cuento.
¡Un abrazo y gracias por los buenos deseos!
Hola!!! si te pasas por mi ultima entrada te he dejado una sorpresita!! espero que te haga la misma ilusión que a mi el dártelo!
ResponderEliminarUn besito!
Oh, mein Gott! ¡Eso sí que ha sido una sorpresa! Esta mañana, con las legañas todavía en los ojos, me he pasado por tu blog y he visto que me has nominado para un premio. ¡No me lo puedo creer! ¡Si prácticamente soy una principiante en esto de los blogs! ¡Miles, miles de gracias! Voy a investigar un poco si sé cómo seguir las reglas para ganármelo (quizás podrías darme un par de pistas sobre lo que tengo que hacer ahora) y pronto publico una entrada sobre este tema. ¡De verdad, qué subidón! ¡Gracias, gracias, gracias!
Eliminar