viernes, 24 de abril de 2015

(Natur-)Heilpraktiker

No sé si he tomado la decisión correcta ni tampoco si me va a aportar algo lo que estoy a punto de hacer.

Harta de vagar de un médico a otro (de cabecera, ginecólogo, endocrino o de fertilización) y de no encontrar ninguna solución en ninguno de ellos, he decidido dar un paso más y lanzarme al mundo de la medicina naturista (¿o se dice natural?).

He tardado meses en decidirme porque, aunque sí creo en el poder de la Madre Naturaleza para sanarnos, no me gusta el rollito que llevan muchos Heilpraktiker por aquí. Tienen fama de ser muy esotéricos y de dar bolitas de azúcar para curar cualquier enfermedad.

La mayoría de las personas que conozco que van a un Naturheilpraktiker son (o parecen ser) personas normales, por lo que parece que el mundo de la medicina naturista y la homeopatía goza aquí de aceptación y respeto. Sin embargo, yo, viniendo de España, donde los médicos naturistas son más bien vistos como charlatanes o sacacuartos, he tardado bastante en querer probar con uno de ellos.

¿Qué digo uno? ¡En realidad, he pedido cita con dos!

La primera a la que voy se ha especializado en tratamientos con hormonas bioidénticas, que, según he leído en internet y como su nombre indica, son hormonas idénticas a las que produce el cuerpo humano. Son de origen vegetal pero no se encuentran tal cual en la naturaleza por lo que de alguna manera tienen que ser sintetizadas en un laboratorio. Sin embargo, no se las puede denominar hormonas sintéticas, ya que éstas son las que produce la industria farmacéutica.

Suelen utilizarse en tratamientos de remplazo hormonal, sobre todo en mujeres menopáusicas, pero también en mujeres con desarreglos hormonales (por ejemplo, después del nacimiento de un hijo o al dejar los métodos anticonceptivos), siendo las más habituales las que ya nos suenan de la medicina tradicional: estradiol, progesterona, testosterona, DHEA, etc. 

Leí su currículum en su página web y además de (o mejor dicho, a pesar de) ser Heilpraktikerin, es fisioterapeuta y tiene muchísima experiencia en hospitales, por eso me decidí a llamarla. Cogió ella misma el teléfono y me pareció una persona de lo más simpática y dulce y eso ya acabó de convencerme. Espero que mi instinto no me haya jugado una mala pasada. La cita me la dio para relativamente pronto, dos semanas, es decir, para el martes que viene.

La otra a la que llamé me fue recomendada por una amiga. Y aunque no estoy segura de que su método me vaya a ayudar, no quise esperar más para probarlo. Antes de pedir cita con ella, eso sí, la investigué un poco en internet. No sólo los métodos alternativos que usa, que me parecen rarísimos y me dan ganas de salir corriendo (porque también los usan los cienciólogos), sino más bien a ella como persona. Casualmente encontré el vídeo de una entrevista que le hicieron por un motivo que no viene al caso ahora y me pareció una mujer con los pies en la tierra y de una simpatía y sensibilidad abrumadora. La llamé, y la simpatía y gracia de la que me cogió el teléfono acabaron por convencerme. Lástima que para esta cita tenga que esperar todavía casi un mes.

Ésta, como digo, utiliza un método a mi parecer bastante raro y poco realista, pero por el que aquí se ha hecho famosa y se ha ganado la buena reputación que tiene. Está especializada en curar alergias y para ello utiliza la biorresonancia. ¿Habéis oído hablar alguna vez de ella?

Yo me he estado informando un poco en la red (véase “fuentes” al final de la página) y esto es lo poco que he llegado a comprender:

El diagnóstico y tratamiento con biorresonancia se basa en la creencia de que todo ser vivo está compuesto por campos electromagnéticos y, por este motivo, emite una frecuencia vibratoria única que precede a todo proceso bioquímico. Así, cualquier desequilibrio electromagnético que se produzca en las células de un ser vivo sería la causa de su enfermedad.

Tanto para el diagnóstico de una enfermedad (como, por ejemplo, una alergia o un desarreglo hormonal) como para su tratamiento, se utiliza un aparato llamado MARS III. Éste puede, por un lado, hacer un registro de la electricidad celular del ser vivo, diagnosticando así qué sistemas u órganos están en desequilibrio y causan su malestar. Por otro lado, el MARS III puede devolverle el equilibrio a esta electricidad, curando así de su enfermedad al ser vivo que ha sido tratado.  

Lo dicho, me parece un método bastante extraño y poco creíble pero de verdad que todo el mundo que conozco que ha pasado por esta señora habla maravillas de ella, así que o la gente se ha vuelto loca o de verdad esta cosa funciona, ¿no?

También he leído (y lo sé también por mi amiga) que además de utilizar el MARS III para el diagnóstico suelen hacer un análisis exhaustivo de sangre, de cabello, de uñas, ¡de ADN! y es por esto por lo que he decidido probarlo. A lo mejor ni siquiera me atrevo después a probar el tratamiento con el MARS III pero ¿y si con esos análisis ya sea con el MARS III o sin él por fin pueden hacerme un buen diagnóstico y decirme qué narices me pasa y por qué tengo los síntomas que tengo desde que tomé la píldora?

Bueno, pues eso es a lo que me voy a enfrentar las próximas semanas. No es que tenga grandes esperanzas de que me puedan ayudar las medicinas alternativas pero después de tantos años sin obtener una respuesta positiva ni una solución por parte de la medicina “tradicional”, ya es hora de continuar la búsqueda en otros horizontes.

4 comentarios:

  1. Pues me parece muy bien lo que vas a hacer. Total ¿que tienes que perder? la medicina tradicional ya has visto que te lleva a una calle sin salida...

    Te deseo mucha suerte.
    Hastacuandoesperar

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    1. Muchísimas gracias por tus buenos deseos y perdona que te conteste tan, tan, tan tarde.

      Parece que vuelvo a la medicina convencional porque la natural tampoco me ha ayudado mucho, la verdad. A ver qué me espera esta vez.

      Un abrazo,

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  2. No te va a servir para nada, tu actitud es la tipica de desesperación.

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    1. Tenías razón, de poco me ha servido. Gracias por comentar.

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