viernes, 10 de julio de 2015

Elonva, Orgalutran y Pergoveris

Como si no fuera suficientemente estresante esto de la infertilidad y lo de tenerse que meter continuamente “chutes” de hormonas para estimular nuestros ovarios, las farmacéuticas además diseñan sus jeringuillas de tal manera que nunca, nunca, nunca, consigo tener un sentimiento de alivio tras hacerlo. ¡Es que casi hay que hacer un máster para poder usarlas bien! ¡Qué estrés!

Acostumbrada ya a lo fácil que era usar la pluma de Gonal F. (aunque reconozco que al principio también me generó muchísima ansiedad), la semana pasada tuve que enfrentarme al reto de pincharme Elonva.

Me leí el prospecto de cabo a rabo y, cuando ya estaba 100% segura de que lo había entendido todo, me dispuse a pincharme. 


Limpié con alcohol la zona, saqué la jeringuilla de su caja, me alegré de lo fina que era la aguja y… ¡zás! me pinché. Todo iba maravillosamente, hasta que llegué al final.

“¿No decía el prospecto que al llegar al final la aguja retrocedía sola y se escondía dentro de la jeringuilla? ¡Pero si ya he llegado al final y no ha pasado nada!”

Apreté todo lo que pude y, nada, la aguja seguía dentro de mí pero dentro de la jeringuilla ya no se veía nada de líquido. Y la saqué.

Una vez fuera vi unas minigotitas en la punta de la aguja y también unas gotitas dentro de la jeringuilla y ahí ya empecé a comerme la cabeza:

“¿Y si esas gotitas que se han quedado ahí son suficientes para que no haga el efecto deseado?”.

 Y sin pensármelo dos veces… ¡zas! Me volví a pinchar.

¿Pues os podéis creer que no hice absolutamente nada y que sin embargo el émbolo salió disparado hacia atrás (con un muelle que tiene) y la aguja se metió hacia dentro por si sola como decía el prospecto?

“¿Por qué no lo ha hecho antes y ahora sí?”, pensé.

¡Seguro que sólo para que me coma la cabeza! Estoy segura de que las dos gotas que me inyecté la segunda vez no habrían cambiado el resultado del Ultraschall del martes pero, nada, que ya he tenido toda la semana material nuevo para sentirme mal y culpable.

Pero esto no acaba aquí.

El domingo me tocaba empezar con el Orgalutran. Antes de leer el prospecto saqué la jeringuilla y otra vez me alegré de que fuera tan pequeña y la aguja tan delgada.

“Esto va a estar chupao”, pensé.

Al instante saqué el prospecto y me puse a leerlo con atención para no hacer otra vez algo mal. Y aquí, un nuevo reto: “Inyectar preferiblemente en el muslo”.

“¿Cómo que en el muslo?”, me pregunté ya casi histérica. “¿Qué significa aquí “preferiblemente? ¿Tengo o no tengo que pincharme en el muslo? ¿Qué pasará si me pincho, como siempre, al lado del ombligo?”

¡Menos mal que estamos en la era de las tecnologías y pude buscar información en internet y escribir a mi amiga Y. para que me dijera dónde se pinchaba ella!

Vale, en el michelín también vale. Vamos allá. Prueba superada.

Pero esto tampoco acaba aquí.

El miércoles, después de ir el martes al KiWuZe y que me dijeran cómo íbamos a continuar el tratamiento, tuve que empezar a picharme Pergoveris.

Ya empezaron las complicaciones cuando quise pedirlo en la farmacia y me dijeron que me lo traerían al día siguiente.

“¿¿¿Al día siguiente??? ¡¡¡Pero si tengo que pincharme antes de irme a trabajar y cuando ustedes abren yo ya estoy en el trabajo!!!”
“Ah, bueno, si es así, entonces lo puedo pedir para que lo traigan esta tarde”

Y cuando fui a recogerlo... ¡horror! ¡Sólo han traído una caja y yo necesito dos! Bueno, como no tenía que chutarme las seis dosis de una vez, pude ir a recoger la segunda caja al día siguiente sin ningún problema.

Pero, no, de nuevo esto no acaba aquí.

Pergoveris, ahora lo sé, es, gracias a las jeringuillas y agujas que me han dado en el KiWuZe (recordad que Pergoveris viene sin jeringuillas ni agujas y que si no os las dan en la clínica, como a mí, tendréis que comprarlas a parte), la inyección que mejor he soportado: no he sentido la aguja, no duele al inyectar el líquido, no quedan rojeces ni pica la piel al terminar... ¡Parece todo ventajas! Sin embargo, es un auténtico rollo tener que mezclar una misma el disolvente con el principio activo.

En mi caso, además, he tenido que inyectarme dos dosis de principio activo con una dosis de disolvente por lo que lo de mezclar ha sido un poco más aufwändig aún:

En primer lugar, abrir las botellitas. Después sacar una jeringuilla y ponerle la aguja grande (que sólo sirve para preparar la mezcla). A continuación, pinchar el tapón de la botellita donde se encuentra el disolvente y llenar la jeringuilla con él tirando del émbolo.

“¿Lo estoy haciendo bien? ¿He cogido ya todo el líquido?”

Entonces toca introducir el disolvente en una de las botellitas que contiene el principio activo (de nuevo a través del tapón), agitar con cuidado para que se mezcle bien y recoger todo con la jeringuilla. Ya tienes una parte de disolvente con una parte de principio activo.

A continuación, y otra vez a través del tapón, hay que introducir esta mezcla en la segunda botellita de principio activo, volver a agitar un poco y recoger la mezcla (ahora sí con dos partes de principio activo y una de disolvente) tirando del émbolo.

Por último, cambias la aguja (¡qué gusto de aguja, tan fina y cortita!) y te pinchas. ¡Prueba superada!


Tres veces he tenido que seguir estos pasos. La primera vez, a pesar de los nervios, salió todo bien. La segunda, mucho mejor. Y la tercera, sin embargo… ¡un desastre!

Esta mañana tenía que inyectarme la última dosis (por ahora) de Pergoveris. No sé si es porque estaba muy dormida o porque hoy voy al KiWuZe a hacerme el segundo Ultraschall y estoy algo nerviosa, pero me ha costado un montón conseguir la inyección “perfecta”. Puede que algo no estuviera in Ordnung con la jeringuilla porque ya nada más empezar he notado que me costaba mucho sacar el líquido de la primera botellita. Era como si la jeringuilla tuviera más aire de lo normal. Lo mismo con la segunda y la tercera botellita, pero no he pensado en ningún momento que algo fuera a salir mal. Sin embargo, cuando ya tenía toda la mezcla dentro y tenía la jeringuilla con la punta hacia arriba preparada para sacar el aire… ¡¡¡ha salido un chorro disparado!!!

“Oh, Gott! ¡He perdido toda la inyección y no tengo ninguna otra con la que pincharme!”

Pero no ha sido así. Lo que en el aire había parecido un chorro, encima de la mesa eran en realidad sólo un par de gotitas. La jeringuilla seguía llena y lista para ser utilizada por lo que no he esperado ni un segundo más para pincharme. ¡No quería cagarla otra vez!

A ver qué me dicen luego en el KiWuZe. ¿Cuándo será la punción? ¿Cuántos días más tendré que seguir con Pergoveris y Orgalutran? ¿Me recetarán Ovitrelle para provocar la ovulación o volverán a mandarme Brevactid?

Ya me da casi igual. Si hace un par de años me hubieran dicho que iba a tener que ponerme sola inyecciones, me habría dado un ataque de pánico. Pero, ahora… ¡ahora que me receten lo que quieran. ¡Ya soy una profesional de las agujas y aguantaré con todo lo que me echen!

4 comentarios:

  1. Madre mía la de cosas que tienes que chutarte para tener una posibilidad de quedarte embarazada...


    Mucho ánimo y suerte...

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  2. Bonita, eres una valiente. Yo no soy cagueta y aguanto muy bien el dolor, pero eso de tener que pincharme tanto yo misma...creo que tendría que respirar muy hondo primero.

    Espero que salga todo cómo queréis ¡Viel Glück! :-)

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    1. En serio, yo también soy una cagueta y la primera vez que me enfrenté a esto de las inyecciones creía que jamás sería capaz. Pero por desgracia ha llovido mucho desde aquella vez y ya casi soy una experta. Espero que tú no tengas que pasar por ello y que consigas tu embarazo de forma natural. ¡Mucho ánimo!

      Un abrazo,

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